Nuestra Historia

Tres generaciones dedicadas a la artesanía en hierro y madera.

Mi abuelo, GIULIO , fue un hombre excepcionalmente hábil y visionario. Nació con la capacidad de ver el potencial en el metal y, tras trabajar como ajustador mecánico en Francia, decidió emprender su propio camino en el mundo de la artesanía. En su taller de hierro, abrió un nuevo capítulo en nuestra familia, y fue aquí donde su talento comenzó a destacar.

"Un maestro del hierro que dominaba las formas y los detalles"

Lo que realmente marcó la diferencia en su trabajo fue su destreza en dar forma a las chapas de hierro. Su técnica única y su ojo para los detalles le permitieron crear piezas perfectamente trabajadas, con formas que parecían casi naturales. No se trataba solo de hacer productos; se trataba de dar vida al metal y transformarlo en auténticas obras de arte.

Su taller se convirtió en un espacio donde la tradición se fusionaba con la innovación. Cada pieza que salía de su taller era testimonio de su dedicación, paciencia y pasión por el oficio.

Su incansable búsqueda de la perfección, su capacidad para adaptarse y su amor por su trabajo. Aunque el oficio de la herrería no siempre fue fácil, él nunca perdió la ilusión de crear algo nuevo, algo mejor.

Para él, el trabajo bien hecho no solo tenía un valor económico, sino que se convertía en un legado, una pieza que tenía la capacidad de trascender el tiempo y las generaciones.

Mi nombre es PATRICK, y vengo de una familia de artesanos que dejaron una huella profunda en mi vida y me enseñaron a ver el valor del trabajo hecho a mano, del metal caliente que cobra vida bajo cada golpe.

Después de varios años en el mundo de la automoción (otra de mis pasiones) tomé una decisión que llevaba tiempo rondando mi mente: regresar a mis raíces, al oficio que mi familia cultivó con tanto empeño. Quería rendirles homenaje, pero también quería traer de vuelta un trabajo que, en un mundo cada vez más globalizado y estandarizado, se está perdiendo: la artesanía auténtica, con sus imperfecciones y su carácter único. En un mundo donde la producción masiva predomina, donde todo se fabrica en gran escala, he decidido volver a crear piezas que transmitan lo que los objetos fabricados en serie no pueden: exclusividad, autenticidad y un valor que trasciende lo estético. Las piezas que fabrico no son perfectas de la misma manera en que lo sería un objeto industrial; tienen su propia historia, su huella, y esa pequeña imperfección que las hace únicas.

Al trabajar el metal y la madera con mis propias manos, quiero devolverle a la gente ese toque personal que se ha perdido, esa sensación de que un mueble o una pieza de hierro es algo más que un simple objeto. Es un pedazo de historia, un trabajo que lleva consigo el alma del artesano.

Retomar la artesanía no solo es un homenaje a mis ancestros, sino también una respuesta al mundo que nos rodea. Vivimos en una era donde la personalización se ha convertido en algo valioso, y la gente busca más que nunca productos que hablen de ellos, que sean únicos. Mis piezas no solo se basan en la tradición, sino que también incorporan mi propia visión, mi propia experiencia.

Con el paso de los años, he aprendido a valorar los detalles, la paciencia, y la importancia de no conformarse con lo "rápido y barato". En cada pieza que fabrico, pongo mi corazón y mi historia, porque quiero que cada cliente que reciba una de mis creaciones sienta que está llevando a casa algo único y auténtico, algo que lleva consigo el arte de un oficio casi perdido, pero que yo estoy decidido a recuperar.

Mi padre, GIANNI, fue un hombre de carácter fuerte, casi "forjado" por la vida y el trabajo. Un ser bohemio, apasionado por el arte y la creación. Era difícil de comprender cómo lograba tener esa visión tan precisa y única de lo que serían sus piezas, pero la realidad es que tenía una conexión especial con el hierro y el metal, algo que lo hacía capaz de crear obras que parecían más allá de la técnica misma.

"La precisión y visión de mi padre, una combinación de arte y técnica"

Cuando estaba trabajando, sus movimientos eran sencillos, pero a la vez profundamente certeros. Recuerdo que, después de hacer las mediciones y luego colocar las escaleras en los diferentes sitios, la gente se quedaba estupefacta al ver cómo encajaban sus piezas con tal exactitud. Era como si tuviera un mapa en la mente, un entendimiento innato de lo que estaba creando. Y lo que es más impresionante, es que esa visión y precisión eran naturales para él, como si formaran parte de su esencia.

Su trabajo llegó a gente muy importante, y no solo por su habilidad técnica, sino por el toque único que imprimía en cada creación. A menudo, personas de lugares remotos venían a buscarlo para que les hiciera piezas que fueran más allá de simples objetos, piezas que transformaban los espacios en los que se colocaban.

Trabajó para aquellos que entendían la importancia del arte en el hierro, y su nombre comenzó a ser sinónimo de calidad, exclusividad y longevidad. Cada obra que salía de su taller llevaba consigo una parte de él, de su visión y de su carácter fuerte y decidido. No eran solo piezas de metal, eran relatos de su pasión y de su dedicación.